martes, 2 de noviembre de 2010

Desvalijan y destrozan las antiguas naves de Uralita frente a San Agustín


Las instalaciones, cerradas en 2008, se asientan sobre un suelo destinado a uso industrial
Un solo vigilante custodia las cuatro hectáreas de terreno sobre las que se asientan las abandonadas instalaciones de Uralita, una planta cerrada hace dos años bajo la denominación de Euronit entre la carretera de Madrid y la ronda, frente al colegio San Agustín. La propia empresa desmontó la maquinaria reutilizable y abandonó a su suerte los terrenos -adquiridos por otra empresa- hace algunos meses. Seis, en concreto, lleva siendo víctima del saqueo permanente al que le están sometiendo ladrones de chatarra, grafiteros y vándalos ante la impotente mirada de un guarda al que le resulta imposible controlarlo todo.

Los nuevos inquilinos de la fábrica campan a sus anchas por su interior -cualquiera puede hacerlo- gracias a los boquetes abiertos en su perímetro exterior, una endeble valla, cómo no, de uralita, que ahora mismo parece un queso gruyere. Los ladrones de chatarra abrieron la veda antes del verano y su paso se nota en el interior de las naves -una central enorme y cinco más pequeñas auxiliares-. Los delincuentes de lo fácil arrancaron los cables en busca del preciado cobre y arramplaron con cuantas puertas, ventanas, cristales e, incluso, bidés o lavabos encontraron a su paso con cierto valor en el mercado negro.

Las distintas estancias de la antigua fábrica muestran daños similares a los de un bombardeo con falsos techos destrozados y cables colgando en oficinas en las que después quemaron el botín para obtener el preciado metal. La ubicación de las instalaciones, rodeadas de carreteras y terrenos sin edificar -el futuro plan parcial La Florida rodea el solar de la fábrica-, facilitaron la impunidad de los asaltantes a la hora de desplazarse con vehículos para cargar y trasladar el material.

Pero no solo los delincuentes disfrutan de la soledad que les permite moverse sin problemas por las destartaladas naves de Uralita. A ellos se han unido los grafiteros y vándalos para 'decorar', unos, las paredes y destrozar, otros, lo poco que queda por romper allí dentro.

Los aerosoles de pinturas se cuentan por docenas y las 'obras' de los artistas callejeros decoran cada metro cuadrado de pared, sobre todo, de la nave principal. Allí se mezclan garabatos, dibujos más trabajados y alguna que otra pintada mezclada con los antiguos carteles de la fábrica, obsoletos planillos de turno y algún que otro calendario congelado en el año 2008.

Algunos grafiteros llegaron a cometer la osadía de jugarse el tipo subiendo a la alto de la torre con el símbolo de Uralita que domina la planta y que fue su seña de identidad durante décadas. Allí, a más de veinte metros de altura, también hay pintadas realizadas en un alarde de temeridad dado que para llegar a lo alto de la torre hay que utilizar una oxidada escalerilla exterior. Pero ese no es el único peligro oculto en la abandonada factoría. La mayoría de sus naves, una vez desmontada la maquinaria que albergaban, está repleta de agujeros en un espacio que no cuenta con más luz que la que se cuela por los boquetes del techo durante el día.

La actividad, además, no cesa con la caída de la noche, como atestiguan algunos restos de hogueras unidos a botellas vacías de alcohol. El estado de las naves, eso sí, impide al menos la presencia habitual de indigentes para dormir en ellas.

La normativa municipal obliga sobre el papel a los dueños a mantener las instalaciones valladas, aunque la historia reciente apunta a que pocos propietarios de terrenos similares lo hacen salvo que ocurra una desgracia en su interior o, a lo sumo, el caso acabe en los medios. Eso o la piqueta son las únicas soluciones para eliminar estos nichos urbanos. El problema es que los terrenos de Uralita están calificados como industriales y no hay proyectos sobre la mesa del Ayuntamiento para abrir en ellos ninguna empresa. Tampoco está prevista la puesta en marcha del plan parcial La Florida que rodea el suelo industrial,en el que se edificarán 3.200 viviendas.
Ladrones, vándalos y grafiteros seguirán campando a sus anchas por la vieja fábrica hasta que alguien decida tomar cartas en el asunto.

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