viernes, 22 de octubre de 2010

Ignacio Buqueras: ''La gente sigue en su trabajo hasta que no se va el director, eso es tercermundista''


Ignacio Buqueras se ha embarcado en un proyecto personal y altruista: reorganizar los interminables horarios españoles. Y la boca se le llena de razones: incrementar la natalidad, frenar la siniestralidad laboral, mejorar la productividad, favorecer la verdadera incorporación de la mujer al mundo laboral, acabar con el fracaso escolar… Estos y otros han sido los temas de trabajo del V Congreso Nacional para Racionalizar los Horarios Españoles, que promueve la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), que preside Buqueras. La cita fue los días 19 y 20 de octubre en Valladolid.

¿Se pierde mucho tiempo en el trabajo en España? ¿En qué perdemos tanto tiempo?
Lamentablemente, el español medio no da valor al tiempo y no sabemos gestionarlo bien. Son dos grandes asignaturas pendientes. ¿Cómo se pierde? Sobre todo por falta de puntualidad y por la cantidad de reuniones que pueblan las jornadas españolas. Creemos que las reuniones deben estar previamente organizadas y nunca ser convocadas sin fijar una hora de finalización. Preconizamos los horarios flexibles de entrada y de salida además de optimizar el tiempo. Aquí, hasta que no se va el alcalde, el director general, el consejero delegado o el ministro, la gente sigue en su puesto de trabajo. Eso es propio de un país tercermundista.

¿Con qué práctica viciada acabaría usted de forma fulminante?
Con las comidas de trabajo. No se deben dedicar más allá de 45 minutos a comer al mediodía, un tiempo más que suficiente para una sana dieta mediterránea. Sugerimos que se impongan los desayunos de trabajo porque es un momento en que la gente está más despejada y porque, además, resultan más baratos.

¿Cuál sería el horario ideal?
Un país del siglo XXI tiene que tener múltiples horarios. Depende de la profesión, porque los hospitales, fuerzas de orden público o determinados medios de comunicación tienen que abrir las 24 horas. Pero el que podría seguir más del 80 por ciento de la población española es aquel que se iniciara diariamente entre siete y media y nueve de la mañana, horario flexible de entrada, y finalizara entre cuatro y media y máximo cinco o seis de la tarde. Habría que suprimir, como es obvio, el café de media mañana, que de media hora pasa a veces a 45 minutos, y rompe la jornada. Lo que se debe es desayunar, y bien, antes de salir de casa.

Ahora con la crisis, ¿no se corre el riesgo de retroceder en lugar de avanzar?
Soy empresario, mi cargo en la Comisión es puramente altruista, y como empresario digo a mis compañeros que si piensan que en momentos de crisis hay que dedicar más horas están equivocados. Lo que hay que hacer es optimizar el tiempo. Las personas no somos máquinas ni robots, tenemos un desgaste físico y psíquico. Aunque uno esté once o doce horas en la oficina el rendimiento es decreciente, sin lugar a dudas. El tiempo marcado en el convenio, siete u ocho horas, es más que suficiente.

Como acaba de decir, usted es empresario, ¿da ejemplo?
Indudable. En las empresas en las que estoy de consejero o presidente miro que haya horario flexible de entrada y de salida. En mi despacho profesional los trabajadores entran con puntualidad y terminan con puntualidad. Al final ha habido un acuerdo: se llega a las ocho y se termina a las tres.

¿Por qué se embarcó en este proyecto?
Soy presidente de la Fundación Independiente, que tiene como objetivo prioritario fortalecer la sociedad civil. Preconizamos más sociedad y menos y mejor Estado. Desde la fundación detectamos un problema: si el español medio no tiene tiempo para sí, para su familia, para sus hijos… menos lo podrá tener para el mundo asociativo, el de las organizaciones de consumidores, padres, alumnos, culturales, benéficas, sociales… ¿Qué pasa aquí? Que los horarios son diferentes a los del resto de Europa.
Empezamos a una hora similar pero prolongamos la jornada dos o tres horas más. Entonces fue cuando pensamos que había algo hay que hacer.

Teniendo en cuenta que la mayoría de la sociedad española estaría de acuerdo con lo que propugna y que forman parte del Comité de Honor infinidad de altos cargos de todos los partidos, ¿por qué no se avanza?
Porque estamos en un país de muchas buenas palabras y pocas realidades. Por eso ahora pretendemos cerrar cinco grandes pactos nacionales. El primero con todos los partidos con representación parlamentaria. Todos nos han dicho, ‘Buqueras, estamos totalmente de acuerdo’, pero una cosa son las palabras y otra los hechos. Por eso ahora vamos a invitar a todos los partidos a que firmen nuestro manifiesto. Nuestro manifiesto es apolítico y de hecho lo han firmado personas tan dispares como Dolores de Cospedal, Cayo Lara, Duran i Lleida, Natalia Figueroa, Carmen Posadas… Los otros cuatro pactos nacionales serían con sindicatos y patronal; administraciones públicas; televisiones, para adelantar el horario de los programas de máxima audiencia, y el quinto pacto sería el de la sociedad civil, que cada día debería tener más peso.

Con el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, ¿se ha reunido ya?, ¿qué opina él?
Hombre, están en línea, pero me comenta que dentro de la CEOE hay intereses contrapuestos… Buenas palabras pero pocas realidades. Por eso consideramos que deben ser los dos sectores, empresarios y trabajadores, los que se impliquen.

¿Cuáles son los objetivos del Congreso?
‘Es hora de conciliar’ es el leit motiv del Congreso. Es hora de que las mujeres digan basta. Tenemos unos horarios machistas que perjudican a todos pero principalmente a la mujer. Habrá cuatro mesas redondas con ocho personas en cada una, cada una con tiempos limitados. Creemos que habrá un antes y un después de este congreso.
¿Por qué en Valladolid?
Porque Castilla y León es una de las comunidades que más abordado este tema a través de la Consejería de Familia, que ha convocado jornadas sobre conciliación. De todas formas, apostamos por la implicación de todos los departamentos y sectores de la sociedad. Es un tema horizontal, todos los ciudadanos están implicados.

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